Para completar la información que ya tenéis recogida sobre los objetos de la exposición,
aquí tenéis la reproducción de la CARTELA EXPLICATIVA
que está junto a cada uno de ellos.
aquí tenéis la reproducción de la CARTELA EXPLICATIVA
que está junto a cada uno de ellos.
LA MÁSCARA DE AGAMENÓN
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Gillieron, 1914
Metal repujado
s.XVI a.C
Micenas, Grecia
Museo Arqueológico Nacional, Atenas
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Fue H.Schliemann –un visionario que
consagró su fortuna a buscar la civilización homérica –quien encontró, además
de la ciudad de Troya, las sepulturas reales de Micenas. Esta máscara fúnebre
despide un extraño realismo, pues produce el efecto de una huella obtenida
presionando directamente sobre el rostro para conseguir una semejanza por
contacto. Es una modalidad de copia tan rudimentaria como eficaz. La
ductilidad de la lámina de oro permite obtener la forma bien por presión
directa sobre el objeto, bien por medio de una contraforma realizada
previamente, como sucede en la diadema.
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DIONE Y AFRODITA
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Brucciani, 1879
Vaciado en yeso
Fidias, 440-438 a.C
Museo Británico, Londres
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En estas figuras se ha creído reconocer a
Afrodita, recostada sobre su madre, Dione, que reposa el brazo sobre el
hombro de su hija. Todo el efecto expresivo está creado a través de los
ropajes, en un movimiento fluido, acentuado por el juego de luces y sombras.
Aunque ahora sabemos que estos mármoles
estaban pintados en vivos colores, los amantes del idealismo clásico apreciaban
en estas obras su blancura, pues resaltaba la pureza de las formas. “Un
cuerpo bello será más bello cuanto más blanco sea”, defendió Winckelmann. El
blanco fue, equivocadamente, durante siglos, “el color de la Antigüedad”.
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DISCÓBOLO
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Brucciani, 1889Vaciado en yeso.
Villa Adriana,
Tívoli
Museo Británico,
Londres
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El Discóbolo es el primer caso de una
estatua clásica que, cuando se descubrió en 1781 en una colina romana,
alcanzó gran prestigio, al tiempo que se tomaba conciencia de que sólo se
trataba de una copia. Pues, en efecto,
sólo tenemos reproducciones romanas del original griego perdido, realizado en
bronce, que era más grande y algo distinto de las réplicas conservadas. Su
fama no sólo se debe a que es una obra maestra, además, ha encarnado, durante
siglos, todo lo que uno se imagina de Grecia.
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DORÍFORO
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Hofmann, 1888
Vaciado en yeso
Copia romana de obra de Policleto
(s.V a.C)
Pompeya
Museo Arqueológico Nacional de Nápoles
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Aunque setenta copias romanas han llegado
hasta nosotros, no conocemos ni el original griego ni el texto de Policleto
sobre su formalización del cuerpo masculino
el Canon. Resulta imposible deducir las
proporciones que estableció, porque los marmolistas romanos engrosaban las
piernas para darle estabilidad. Sólo se conserva una frase: “La perfección se
alcanza poco a poco mediante cálculos”, que desvela la convicción griega de
que la belleza es cuestión de “medida”. La estatua, colocada en la Palestra
de Pompeya, pudo servir para recordar a los jóvenes romanos los ideales del
helenismo y es probable que se celebrasen ritos heroicos en su honor.
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SUPLICIO DE MARSIAS
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Arrondelle, 1889
Vaciado en yeso.
Escuela de Pérgamo. Copia romana
de obra helenística del s.III a.C.
Termas de Diocleciano, Roma (¿)
Museo de Louvre, Paris.
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Con frecuencia el arte romano
descontextualizó las obras de sus predecesores griegos. Es el caso del
suplicio de Marsias, concebido originalmente como un grupo en que faltan
otros actores del drama, como el bárbaro que afila el cuchillo de la tortura
y Apolo, autor del castigo.
Su historia es ésta: el sileno, entusiasmado
ante el hallazgo de una flauta, había desafiado a Apolo, maestro de la lira,
pero, vencido, será castigado a ser despellejado vivo. La escultura, en una
postura antiheroica, presenta una singular forma de deconstruir la armonía
del cuerpo clásico, a punto de ser “desesculpido”.
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LAOCOONTE
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Trilles, 1887
Vaciado en yeso.
Agesandro, Athenodoro y Polidoro, s.I a.C
(?)
Museos Vaticanos, Roma.
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La obra describe la venganza de los
dioses contra el sacerdote troyano por intentar disuadir a sus compatriotas
de aceptar el caballo de Troya. El grupo, congelado en el momento supremo de
violencia y agonía, cuando la espiral de las serpientes se enrosca en sus
cuerpos, se convertirá en un exemplum
doloris. Admirada, por noticias indirectas, antes de ser descubierta, su entusiasmó a toda Roma, que desfiló día y noche ante ella.
Fue comprada por el papa Julio II, que la
expuso en el Cortile de Belvedere por su valía artística y por su deseo de
asociar la gloria del Papado a la Roma antigua. Enseguida se hizo famosa a
través de copias, parodias y citas, además de lecturas eruditas o
filosóficas. Supuso, por así decir, la invención de la idea de “obra
maestra”. En el s. XX se halló el brazo derecho original, reconstruido
imaginariamente en 1532 en la posición extendida que aquí se conserva.
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ARES LUDOVISI
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Malpieri, 1881
Vaciado en yeso
Copia romana de
obra del s.IV a.C (¿)
Roma
Museo de las
Termas, Roma
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Ares, “destructor de hombres”, “sediento
de sangre”, personifica la violencia de la guerra, la confusión, la confusión
y el horror sangriento de la batalla. Era odiado por el resto de los dioses y
causaba desconfianza entre los griegos. Esta versión en reposo y acompañado
de un Cupido (añadido posteriormente), fue propiedad de los Ludovisi, y una
de las estatuas más reputadas del siglo XVII. Se convirtió en un verdadero
regalo de reyes: Felipe IV le encargó un vaciado a Velázquez cuando éste
viajó a Italia, y Luis XIV obsequió a Federico el Grande con una copia.
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Arrondelle, 1882
Vaciado en yeso
s. I a.C (¿)
Villa Adriana,
Tívoli (¿)
Galería de los
Uffizi, Florencia
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Los Medici fueron ambiciosos
coleccionistas. A fines del s.XVII, reunieron en la Tribuna de los Uffizi, en
Florencia, sus mejores esculturas. Esta hermosa Venus alcanzó un alto
prestigio y elogiada por poetas y artistas,
fue una meta del Grand Tour.
El escultor Ercole Ferrata añadió los
brazos en la posición de la Venus Pudica, con esos extraños dedos largos y
finos. Estas restauraciones fantasiosas ern normales en una sociedad que
amaba lo antiguo como un “escenario de la vida” y no como una investigación
científica. Y en esa cultura, la obra de arte tenía que ser completa.
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CENTAURO DOMADO POR EL AMOR
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Arrondelle, 1884
Vaciado en yeso
Copia romana de
obra helenística del s.II a.C
Monte Celio, Roma
Museo de Louvre,
París
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En
el mito, los centauros, una raza de cuadrúpedos humanos, que viven en bosques
alimentándose de carne cruda, poseen una doble naturaleza: son salvajes y
mujeriegos, pero a la vez, sabios preceptores de jóvenes.
El
arte helenístico olvida aquí su naturaleza violenta para prese3ntar una
escena desenfadada, de frivolidad erótica, en la que el amorcillo juguetea
con un viejo centauro, mientras, éste, con las manos atadas a la espalda,
gira la cabeza con una expresión dolorosa digna de Laocoonte, obra con la que
fue comparado. Podría significar el tormento que el amor trae a la vejez.
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DANZA BÁQUICA
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Trilles, 1892
Vaciado en yeso
Mediados del s.I
a.C
Procedencia
desconocida
Museo del Prado,
Madrid
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El culto a Dionisos encubre una “cultura
de la demencia” cuyo protagonismo está confiado a las mujeres, situación
excepcional en el ordenamiento público de la polis, de exclusividad
masculina.
La ménade (“delirante”) vaga por las
montañas entregada a la ebriedad.,
juega con carbones ardientes, manipula serpientes, devora pequeños animales
crudos y danza frenéticamente. En las fiestas, las mujeres asumían el papel
de las ménades, en una danza coral o ditirambos, que consistía en salmodias,
movimientos rítmicos y poemas rituales, y desembocaba en el éxtasis
colectivo. Aquí reside el origen de la tragedia griega.
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FAUNO DANZANTE
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Scognamiglio, 1882
Vaciado en bronce
s.I a.C-s. I d.C,
Pompeya
Museo Arqueológico
Nacional de Napoles
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La fuerza de la naturaleza que encarna el
fauno (versión latina del sátiro griego) causaba a los latinos curiosidad e
inquietud. Sus representaciones abundaban en las casas, porque traían
fecundidad para los hombres y animales, tenían dotes proféticas y enviaban
sueños premonitorios.
Éste, muy famoso, dio nombre a la casa de
Pompeya cuyo impluvium decoraba. Su paso de danza inducido por el enthousiasmos –mezcla de ebriedad y
éxtasis-, la elegancia
y
audacia del gesto y el refinamiento de la ejecución remiten al gusto
helenístico. Su pequeño tamaño favoreció la abundancia de réplicas, adecuadas
para entornos íntimos
y pequeños jardines.
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ARIADNA ABANDONADA
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Arrondelle, 1882
Vaciado en yeso
Copia romana de
obra helenística del s.II d.C
Procedencia
desconocida
Museos Vaticanos,
Roma
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Desde su presentación en 1512, esta
figura ha conocido tres identidades diferentes. Primero, fue Cleopatra, por
la serpiente
que rodea su brazo. Luego se asoció con
la tradición popular de la ninfa dormida.
A finales del s.XVIII se observaron paralelismos con sarcófagos que
representaban a Ariadna abandonada en Naxos por Teseo, mientras dormía.
Lo más instructivo de estos sucesivos
“nombres” no es el logro de una gradual identificación de la imagen, sino lo
que cada generación ha querido ver en ella
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W.M Flinders Petrie, 1913
Papel (serigrafías)
ss.I-II d.C
Necrópolis de Hawara, El Fayúm. Egipto.
Originales en diversos museos e
instituciones.
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Aunque El Fayum es sólo uno de los
lugares de procedencia, se designa así al millar de retratos hallados en
tumbas del Egipto romano.
Realizados sobre madera de tilo o sobre
lino, colocados entre la red de vendas de la momia, son excepcionales por
hallarse en la frontera de tres civilizaciones: obedecen al rito funerario
egipcio, responden a la tradición naturalista griega y vieron la luz en un “ambiente”
romano. Pero son, sobre todo, fascinantes por ser los más antiguos relatos de
individuos que subsisten: una conmovedora población cuyos rostros nos miran
desde el umbral de la muerte y, a la vez, extrañamente vivos, personales,
modernos.
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