lunes, 25 de mayo de 2015

TESEO EN VIVO Y DIRECTO

Hola, amigos lectores, soy Teseo, un joven héroe, más conocido como el hijo del rey de Atenas.  Hoy quiero que me conozcáis mejor. Para ello os voy a contar un episodio triste de mi vida, la historia real sobre mí y Ariadna, y quién mejor que uno de los protagonistas para hacerlo....

Estaba dispuesto a matar al monstruo que Minos había encerrado en el laberinto. Se decía que quien entrara, no salía con vida de ahí. Pensaba ir solo, pero, para mi sorpresa, se me cruzó la mirada de una muchacha, de belleza incalculable, Ariadna, mi querida Ariadna, hija del rey Minos. Ella me prometió ayudarme a salir de aquel temible laberinto si me casaba con ella y la alejaba de su terrible padre. No pude resistirme a aquella muchacha y acepté. Nos enamoramos. No sé si fue lo más correcto, pero desde ese día mi mirada no se vuelto a  cruzarse con otra parecida. 
Llegado el día por todos esperado, Ariadna se colocó en la entrada del laberinto y me dio un ovillo de lana que debería desenrollar para que no me perdiera. Y así fue, como ella me lo había prometido, maté a Minotauro y pude encontrar el camino de salida.
Cuando Minos se enteró de la muerte del Minotauro y de la traición de su hija, montó en cólera y precipitadamente tuve que huir de allí con Ariadna. 
Camino de Atenas, en la isla de Naxos, abandoné a Ariadna en una isla. La dejé dormida en la orilla del mar. ¿Por qué?, no lo sé. Aún no me puedo explicar cómo pude hacer eso, pero así lo hice... 
Volvía yo a Atenas, mientras mi mala conciencia pesaba sobre mí mismo. Estaba desolado, desconcertado... Antes de partir de Atenas, mi padre me había hecho prometerle que, cuando regresase, cambiara las velas negras por blancas, para que él pudiera saber que había vuelto sano y salvo. No cumplí con lo que le había prometido y las consecuencias fueron más terribles de lo que podía imaginar..
Él, al ver las velas negras, se arrojó al mar desde el promontorio al que acudía todos los días por si avistaba el barco, ansiando que sus velas fueran blancas y le trajeran la mejor de las noticias.
Ahora estoy sólo, sin mi padre y sin mi amada.. ¿Qué hubiera pasado si no la hubiese abandonado? Es algo que siempre tendré en mi conciencia... Quisé aliviarla un poco, cuando me casé con Fedra, hermana de Ariadna, rompiendo la tradición familiar: los príncipes de Atenas se unían en matrimonio sólo con mujeres de estirpe griega. Pero no ha servido de nada y sigo despertándome alguna noche y oyendo las súplicas de Ariadna.

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